A menudo, en mi consulta, atiendo a madres primerizas ansiosas y desorientadas acerca de cuál debe ser el comportamiento más adecuado ante las dificultades que se le van y se le irán planteando a lo largo del primer año de vida del bebé.
Actualmente, existe una confusión social acerca de lo que representa la maternidad durante el primer año. Al no dársele su real importancia, no se protege adecuadamente esta etapa, que resulta esencial, por ser la base para la construcción de la futura psicología adulta.
La importancia del primer año de vida.
Es en las primeras vivencias del recién nacido, sobre las que se van a establecer las bases para su futuro carácter. Por eso lo ideal es que se encuentre con una madre tranquila dispuesta a crear un vínculo amoroso y seguro, para él y para ella misma.
La crianza no tiene por qué ser algo complicado, más bien se trata de una adaptación que irá fluyendo entre los dos.
¿Cuál es la mejor opinión?
Una madre insegura se va a sentir confusa ante la opinión del pediatra, abuelos, amigas, vecinas o incluso de una entrevista escuchada en la radio, todo va a confundirla y probablemente a culpabilizarla, sin tener en cuenta su propio instinto. Es ella la que mejor debe conocer a su hijo y la que podrá tomar la decisión más adecuada para cada situación. Solo tendrá que escucharse y confiar.
¿La vida profesional es compatible con la crianza en los primeros meses?
Desde la sociedad llegan múltiples mensajes contradictorios, por un lado se tiene que ser una buena madre y por otro, eso es compatible con la actividad profesional. La mujer que siente un vínculo sano con su hijo, interpretará las necesidades de éste y sabrá que la dedicación en las primeras semanas deberá ser casi exclusiva.
Los incesantes cambios sociales, generadores de nuevos hábitos y costumbres en hombres y mujeres, afectan de manera singular a las nuevas madres, al sentirse inseguras de como deben tratar al neonato, incluso a veces, hay la sensación de que ha desaparecido el natural instinto materno.
La crianza requiere dedicación y un tiempo de calma para la adaptación entre el bebé y la madre. Eso es así y nada lo puede cambiar, no se pueden abreviar las necesidades físicas y emocionales de un recién nacido. Ya desde el principio, será la madre quien deberá ejercer plenamente el rol de madre, la recompensa a esta dedicación vendrá con que paulatinamente el hijo fortalecerá, de manera natural, su capacidad para soportar sus ausencias y así ella irá recuperando con normalidad su vida anterior.
Será justamente el paso de la teoría a la práctica, cuando la madre inexperta podrá quedar sumida en un mar de dudas y angustias.
La cooperación del psicoanalista será de gran utilidad, la ayudará a que se revele en ella la auténtica y genuina madre que lleva dentro.
Dra. Encarna Muñoz
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