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Menopausia y belleza

Una amiga me decía que tenia la impresión de que cada vez más, se veían más casos de anorexia en mujeres menopausias, también observaba que entre este colectivo, crecía la afición a ir al gimnasio hasta convertirse en una auténtica obsesión. Remató su reflexión con un más aun ¿tendrá esto algo que ver con la eterna juventud?

Estoy de acuerdo esto esta pasando. La presión narcisista en todos los sectores de nuestra sociedad es grande y nadie escapa al seductor influjo de lo narcisista.

Aunque el narcisismo es un concepto que nos es familiar, acaso valga la pena ir al origen. El nombre se inspira en el mito de Narciso el bello joven, que prendado con el reflejo de sí mismo en las aguas del lago, acabo ahogándose de tanto mirarse. Narciso, fascinado en su propia belleza, consiguió prescindir del mundo que lo rodeaba. Nada resultaba tan atractivo como la imagen que reflejaba aquel espejo. Mirándose a sí mismo, creó el espejismo de abastecerse y no necesitar nada del mundo. Desapareció en el reflejo hueco y virtual de su imagen.

¿Cuál es la relación que tiene ese mito con el narcisismo social del que hablaba? Fácil… en nuestra sociedad la fascinación por lo bello, lo aparente, lo brillante, la imagen esta por doquier y como Narciso podemos quedar subyugados y sin saberlo atrapados. La fascinación por lo aparente permite ocultar la angustia que produce la insubstancialidad en la que viven tantas personas hoy día. Ah! Pero, es tan real y tan seductor su brillo ¿quién puede escapar a esa seducción? Pues la verdad, pocos.

¿Renunciar a la belleza?

Desde luego que no estoy hablando de renunciar al mundo de la belleza, la estética o del arte, que son sublimaciones, lo más refinado del psiquismo humano, la aspiración máxima. No se debe confundir la sublimación y la sensibilidad humana con el narcisismo. El narcisismo no tiene nada que ver con eso, el narcisismo es un reflejo, una mentira que intenta engañar al que lo padece seduciéndolo en una imagen hueca, pero muy calmante.

Para no perdernos e ir al grano, digamos que hoy día el narcisismo, recordemos lo hueco, se cuela en los ideales individuales y colectivos.

Somos esclavos de idealizaciones de nosotros mismos sin darnos cuenta de la irrealidad que hay en ellos, de la imposibilidad para alcanzarlos. Resulta muy difícil renunciar o rebajar en algo estos ideales y acabamos como al infeliz Narciso, de tanto mirarnos en lo que creemos que tendríamos que ser, acabamos no siendo.

La decepción está asegurada cuando la idealización es exagerada, porque cuando algo de la realidad se cuela, aparece todo lo que intencionadamente se había obviado

Podría extenderme tanto hablando de todo esto… que ya casi olvido cual era la pregunta de mi amiga: la búsqueda de la eterna juventud.

En un período de pérdida como es la menopausia, y también en otras crisis personales, en las que se intenta tapar la angustia que produce el cambio, con fugas hacia narcisismos. Es decir, fugas hacia espejos que reflejen brillo y oculten el dolor de la pérdida. Y por supuesto, un buen escondite puede ser la hiperactividad que con cada movimiento desmiente que la juventud se escapa.

 

La amenaza menopaúsica.

Toda la sociedad parece orientada a cargarse cualquier signo de deterioro físico. Incluso el discurso médico bombardea a las mujeres desde lo narcisístico, hablando de las tragedias físicas que nos esperan sin alternativa alguna. Habitualmente los médicos se quedan en la superficie del cuerpo, obviando la dimensión psíquica, reduciendo así, un abordaje más completo del asunto.

Las mujeres en general, en esa época de sus vidas, se enfrentan al imaginario social, que por cierto hay que decirlo, es terrorífico. Solo les queda hacerse un silencioso haraquiri para no molestar demasiado y poco más. Que si la osteoporosis, que si las lesiones cardiacas se disparan, que si la sequedad, que si la piel, en fin… Y eso por solo hablar de los síntomas físicos. Se puede asegurar que las perspectivas al llegar a la menopausia no son demasiado estimulantes.

Señalar que naturalmente estos terrores no afectan por igual a todas las mujeres, las hay que por sus características personales de fragilidad, sienten la catástrofe sobre ellas, evidenciando que no estaban preparadas para pasar por esta nueva experiencia vital.

Se desatan en ellas vivencias persecutorias, denigrantes o frustrantes, que no dejan disfrutar de otros logros que la vida también propone.

Se trata, en general, de mujeres que han apoyado gran parte de su narcisismo en la seducción y la pérdida de ese apoyo las desorienta. Cuando digo que se apoyaron en la seducción, me refiero a que sus déficits emocionales, quedaron tapados durante años con las ganancias narcisistas que les proporcionó su capacidad para seducir, actitud que las hacia sentir seguras. Y por lo tanto, es lógico que sientan una gran inseguridad ante el panorama amenazante de la menopausia.

 

Hiperactividad y anorexia como defensa ante la menopausia.

En lugar de enfrentar y elaborar esta situación, crean una defensa maníaca de negación en un intento fracasado desde el comienzo por desmentir el inexorable transcurrir del tiempo. Cuando hablo de defensa maníaca, me refiero precisamente a esos comportamientos exagerados que hacen de pantalla, para evitar que ningún signo de flacidez aparezca en el cuerpo.

Pueden sentirse prematuramente viejas, que no gustan, que no sirven, que no son deseadas, en ese momento ya ha aparecido la herida narcisista, o sea que el espejo que durante años había tapado en estas mujeres su angustia vital, comienza a agrietarse y el vacío que está detrás se deja ver.

Sienten vergüenza de sí mismas al imaginarse viejas de repente. Esta reacción encubre aspectos infantiles como el temor a la pérdida de amor y el convencimiento de no ser suficiente para ser deseadas o amadas.

Con un panorama así, no encuentran más solución que entablar una lucha sin cuartel para mantener la eterna juventud, sesiones maratonianas de gimnasia, dietas que rayan en lo anoréxico, tratamientos cosméticos y quirúrgicos…En una palabra: un infierno. Y lo que es más grave, una batalla perdida de antemano.

 

Logros que la vida propone.

En este lamentable estado se encuentran hoy día sumidas muchas menopaúsicas que intentan quedarse en la superficialidad del cuerpo, por no poder soportar el dolor que les causa el encuentro con la realidad. Hay que recalcar que por descontado esta reacción no se da sistemáticamente en todas las mujeres ¡gracias a Dios! Pero sí que son muchas las que al mirarse en el espejo ven un reflejo descarnado y alterado de sí mismas, una representación desvalorizada que realimenta conflictos ya antiguos con su propia feminidad.

Con todo, conste que personalmente soy partidaria del ejercicio físico, de las dietas cuando son necesarias, de sumergirse en envolventes tratamientos cosméticos, incluso de realizar pequeños retoques quirúrgicos, todo lo que nos haga sentir mas saludables y por supuesto más jóvenes.

Pero eso, no tiene que ver con los trastornos de identidad, los conflictos neuróticos y otras alteraciones psíquicas de base, que se manifiestan en este período y que habían estado felizmente camuflados detrás del siempre luminoso narcisismo.

Ante estas situaciones, es imprescindible un trabajo de elaboración psicológica que permita resolver estos aspectos de exigencia y desvaloración, que oculta el comportamiento maníaco de estas mujeres, negadoras de la realidad.

Pero por favor, que alguien explique y repita una y otra vez que las amenazas de calamidad física con las que nos persigue el estamento médico y que inexorablemente sufrirán todas las mujeres, más o menos a partir de los 45 años, no ocurren todas a la vez. Por simple que parezca, no todo ocurrirá al minuto siguiente de iniciarse la menopausia. No. No somos unas ancianas súbitamente. Insistir en que la menopausia forma parte de la evolución fisiológica y natural que todo ser humano experimenta.

Y mientras que eso ocurre, podremos ir comprobando como se crean nuevos y estimulantes intereses en nuestras vidas.